Siete documentos del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD) hacen referencia desde 2003 al asunto de la rendición de cuentas, capital para el funcionamiento de la democracia y adoptado incluso por los regímenes dictatoriales, que también tratan de presentar resultados, siquiera sea sólo los positivos de su gestión. No sólo es que el actual desarrollo tecnológico permita un conocimiento instantáneo de lo acontecido, especialmente si es espectacular o insólito, sino que las normas cada vez obligan a más Estados a disponer en tiempo real para los ciudadanos de la información más relevante derivada de cualquier actuación pública.
La rendición de cuentas, conocida y a veces torturada en el ámbito parlamentario, por la necesidad de los responsables gubernamentales de presentar resultados de su gestión, de manera constante o periódica, está sin embargo cobrando nuevas fórmulas, a menudo más importantes que las comparecencias políticas clásicas en sede parlamentaria, o los tradicionales discursos a la nación en fechas señaladas.
Se pueden poner de manifiesto varios factores, como en el ámbito del gobierno abierto se ha establecido: la transparencia, la rendición de cuentas y participación que debe acompañar a la necesaria innovación.
En los últimos años preocupan no sólo la dación de cuentas a los parlamentos o la explicación exhaustiva de las políticas públicas. Hay dos elementos que tienen especial relevancia: tomar en cuenta el desempeño de los directivos públicos y, de forma especial, el acierto o fracaso de las políticas.
Por esta razón, la rendición de cuentas profesional se ha convertido en una nueva forma de inculcar control en las actividades gubernamentales. Los especialistas técnicos de organismos públicos, como el personal sanitario o jurídico, pueden ser objeto de investigaciones o sanciones por parte de comités disciplinarios de sus profesiones.
Igualmente la responsabilidad burocrática que concierne especialmente a los funcionarios y que se logra mediante estrategias, normas administrativas, revisiones del presupuesto o sistemas de gestión del desempeño. (Kerina, 2015)
De forma prioritaria es necesario tener en cuenta la rendición de cuentas sobre resultados, que va más allá de la prudencia en los gastos y el tratamiento justo, y que comprende el cumplimiento de los objetivos públicos. En definitiva, las normas, los programas y la buena voluntad de los dirigentes, incluyendo a los políticos y a los directivos públicos, son necesarios, pero es preciso no sólo explicar lo que se hace y las razones para llevarlo a cabo sino que también nos interesa saber qué es lo que hace el gobierno, lo que realmente logra. (Behn,2001).
En definitiva, lo que nos interesa es si hemos logrado el propósito anunciado. En cierto modo, el ciudadano informado busca cada vez más el resultado de la gestión que el anuncio de la radical transformación prometida. Pareciera que en este momento está el ciudadano en contra del grafiti de Mayo del 68: “Basta de realidades, queremos promesas”.
Desde luego, en términos puramente políticos, la tentación de enmascarar y como mínimo edulcorar los resultados es omnipresente. La posición más común nos señala que “no es necesario darle munición al adversario”. En otras palabras, que los resultados de las políticas públicas no conformen de inmediato el discurso de oposición. Pero, en estos tiempos en los que la comunicación constituye el alimento constante de nuestras vidas en sociedad, parece imposible ocultar los resultados, que son de legítimo conocimiento de los ciudadanos.
A menudo, además, la rendición de cuentas se transforma en una colección de sofisticados gráficos de alcance real limitado y que ocultan la escasa transformación social lograda. No sólo gráficos lindos y en colores, disponibles en cualquier aplicación, expresan una real rendición de cuentas. Como se reclama de forma insistente, la adopción por parte de los gobiernos occidentales en el siglo XX de modelos “científicos” y modelos racionales de planificación, administración y gobernanza, generó sus propias formas de despilfarro y descontento al ignorar el punto de vista de sus ciudadanos. (Simone Noveck,2022).
Finalmente, la rendición de cuentas se constituye como un eficaz instrumento contra la corrupción, pues precisa justificar cada una de las actuaciones y poner de manifiesto las acciones llevadas a cabo, ancladas en normas o decisiones. Puede haberse llegado resultados espectaculares, pero es necesario respetar la legislación y adoptar un comportamiento ético por los dirigentes. Hace ya tiempo que las sociedades abandonaron la máxima, no asumida abiertamente, del político brasileño Adhemar Pereira: roba, pero haz las cosas.
Hoy afortunadamente, si el gestor público realiza sus actividades de forma irregular, con olvido de la legislación aplicable, terminará procesado, como por otra parte parecen demostrar la sucesión ininterrumpida de responsables políticos actualmente en prisión en los países iberoamericanos. En fin, respetar las rutas establecidas para continuar progresando. Los atajos frecuentemente terminan en barrancos.
Artículo publicado en El Nacional.