En Buenos Aires, durante dos días, se han reunido los directores y responsables de las Escuelas e Institutos de Administración Pública de los 24 países miembros del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD), con el fin de debatir sobre los mejores métodos de aprendizaje respecto a los funcionarios y en especial a los directivos públicos. Por ello, el subtítulo de la reunión ha sido: Metodologías de aprendizaje basadas en el trabajo en equipo y la solución de problemas. La gran pregunta que inició el VIII Encuentro fue: ¿hay que enseñar lo mismo de siempre y con los métodos tradicionales?
Las instituciones se legitiman por sus resultados, se señala en las conclusiones del VIII Encuentro, por la rendición de buenos resultados. Y precisamente a esta finalidad se dirigen las metodologías de aprendizaje, que deben basarse no solo en los conocimientos, sino también el papel activo y protagónico de los participantes, anclados en la colaboración y la cocreación.
Estas metodologías, extendidas universalmente, son el estudio del caso, la clase invertida, el aprendizaje por proyectos u orientado a la resolución de problemas, el juego de roles, el design thinking (pensamiento de diseño), las simulaciones y los juegos colaborativos, las comunidades de aprendizaje. Las instituciones docentes dirigidas a directivos y funcionarios están desarrollando estas metodologías y aseguran que los resultados mejoran considerablemente el aprendizaje y en consecuencia redundan en su motivación y disposición a realizar de forma efectiva sus labores de dirección y administrativas.
Estas metodologías son especialmente pertinentes para fortalecer las competencias aptitudinales y actitudinales que demanda el mundo actual, como el pensamiento crítico y la creatividad, la empatía, el saber escuchar y aceptar críticas, la visión sistémica y estratégica de los problemas públicos, así como las habilidades de comunicación.
Estos procesos, utilizados desde hace tiempo en las escuelas de negocios más prestigiosas, van dirigidos a la radical subversión de los roles tradicionales de profesores y alumnos en los procesos de aprendizaje: los docentes actúan como guías o facilitadores y los alumnos contribuyen activamente a la generación de conocimiento.
También hay algunas dificultades relacionadas con la escasa preparación técnica de los docentes, acostumbrados a su papel habitual, así como de los alumnos a los que se exige mucha mayor atención, al pasar de una actitud pasiva a otra activa como miembro de un equipo de composición heterogénea y diversa, que tiene que resolver un problema, así como, en su caso, generar un proyecto.
La posibilidad de contar con equipos multidisciplinares fomenta la creatividad, y la diversidad de puntos de vista para poder resolver situaciones ambiguas y problemas de mayor complejidad. La creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas (Fromm, 1941) y por esta razón es el puente hacia la innovación que puede facilitar las relaciones entre los ciudadanos y las administraciones.
Un desafío importante se genera desde el traslado de estas técnicas y métodos de aprendizaje al entorno virtual. Se constata que desde la pandemia hemos logrado avances tecnológicos considerables, que acercan los resultados de la enseñanza virtual a la presencial, pues permiten el trabajo en equipo, la interactividad y la construcción de proyectos comunes que deben ser analizados simultáneamente por los participantes. Para que sean efectivas a distancia las metodologías de aprendizaje activo y colaborativo deben ser redefinidas de acuerdo con las características de la virtualidad (condiciones técnicas, horarios, combinación con otras tareas personales, familiares o profesionales).
Por esta razón las Escuelas e Institutos de Administración Pública adoptan generalmente una modalidad hibrida en el diseño de sus actividades en las que pueden combinarse la comunicación presencial y la comunicación virtual.
Se impuso por aclamación la necesidad de trasladar a los alumnos, entre los que deben encontrarse los directivos, con presencia habitual en estos centros de formación, nuevas ideas y formas de hacer las cosas para ir cambiando la administración pública y adecuarla a los tiempos actuales.
Por ello, los métodos propuestos son disruptivos, navegan por aguas hasta ahora desconocidas pero repletas de nuevas ideas que conducen a mejores resultados porque acercan su actuación al deseo de los ciudadanos.
De vez en cuando se escuchan frases pretendidamente científicas que señalan que antes que el cumplimiento de las promesas electorales y en consecuencia de la gestión de las políticas públicas interesa la comunicación y cautivar al electorado. Es posible que algunos cientos de miles de ciudadanos puedan ser arrastrados por frases grandilocuentes, espectaculares o animosas, pero finalmente aquello que debe exigirse de las administraciones públicas es que solucionen los problemas de los ciudadanos.
Ya no se trata solo de aprender a gestionar una política pública sino de encontrar la mejor manera de incidir de forma positiva y coherente en la sociedad, de forma que los ciudadanos encuentren mayor satisfacción con las propuestas de la administración. Hacer las cosas como siempre no supone victorias sino derrotas que alejan a los ciudadanos de los poderes públicos. Por ello, la labor de las Escuelas e Institutos de Administración Pública resulta necesaria en estos tiempos de incertidumbre.
Artículo disponible en El Nacional.