Innovar con sensatez en el Estado


Las cuestiones gubernamentales, nos corresponden a todos. Necesario es recordar que las decisiones de las administraciones públicas deben ser tomadas y, en todo caso, la comunicación de ellas con la natural tranquilidad. Pensar antes de decidir o comunicar, revisar las primeras informaciones y no lanzar lo que nos dicte nuestro hígado en el primer momento. Nos dice Baltasar Gracián que hay que usar del reconsejo: tomar tiempo o para conceder o para mejorarse. (Oráculo manual y arte de prudencia, 1647)

La labor de los gobiernos de las administraciones tiene que ser sopesada, tranquila y comprobada. De lo contrario los errores pueden ser mayúsculos y constantes. Algunos ejemplos están presentes en la memoria de todos y no corresponden únicamente a un solo gobierno ni a un solo país. Conviene que vuelva la mesura, la reflexión y la comprobación antes de lanzar las campanas al vuelo.

Incluso puede surgir la animadversión y el odio, producto del primer momento de reacción ante un acontecimiento o declaración del adversario.  Lo peor es la degradación en que la ha sumido el odio entre los políticos hasta convertirla en un humillante espectáculo. (Manuel Vicent, 2023)

Precisamente, en Lisboa ha tenido lugar un Simposio Iberoamericano de Innovación Pública que ha reunido por iniciativa del CLAD a delegados de veinte países, que han resaltado que la innovación puede ser vehículo imprescindible del acontecer de las administraciones pero que debe contar igualmente con elementos necesarios como los soportes normativos, la participación ciudadana y el imprescindible apoyo tecnológico. En esta declaración, participan los delegados de los siguientes países: Angola, Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, República Dominicana y Uruguay.

En 2019 se aprobó la “Declaración sobre Innovación en el Sector Público” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que contiene una serie de principios teóricos y posiciona la innovación como una estrategia fundamental para la mejora del sector público, señalando incluso que abarca la acción de gobierno, la gestión pública, los recursos públicos, las normas que regulan los poderes públicos y las materias de gobierno. Por su parte, la Carta Iberoamericana de Innovación en la Gestión Pública, aprobada el 8 de octubre de 2020, establece que “la innovación en la gestión supone repensar, adaptar y transformar las políticas, los servicios, las arquitecturas institucionales y los planes de formación de los servidores públicos, orientándolos al desarrollo de la cultura emprendedora y de innovación en función de las nuevas necesidades de los ciudadanos y buscar la máxima eficacia y eficiencia del sector público”.

La finalidad de la innovación pública es garantizar la respuesta continua a los desafíos existentes en nuestras sociedades, asegurar la prestación de servicios para generar valor público a los ciudadanos. El medio de esta innovación pública es la existencia de normas legales, de calidad regulatoria fundamentales para el desarrollo de ecosistemas de innovación. Estas normas deben ser la base de las políticas públicas, dándoles consistencia y continuidad.

Pero, además, está comprobado que la participación ciudadana, favorece la innovación pública e incentiva la colaboración con los sectores privado, social y académico, creando conciencia sobre la sostenibilidad económica, social y ambiental. Por ello, incorporar la participación de la ciudadanía en iniciativas relacionadas con la innovación fortalece la gobernanza democrática, la eficacia de las soluciones adoptadas y la sostenibilidad a largo plazo.

La innovación no surge de forma espontánea y conviene que las instituciones públicas sensibilicen y capaciten a sus servidores sobre la importancia de la innovación, alineándola con la misión y los valores de las organizaciones para sostener su motivación y favorecer la eficacia de su desempeño.

No hay progreso de la investigación científica sin errores previos, incluso sin serendipia, pues muchos descubrimientos científicos lo son por casualidad. Por ello, conviene reconocer el error como elemento inherente a los procesos de innovación pública y la necesidad de definir parámetros técnicos que permitan su aprovechamiento sistemático.

Procede, en consecuencia, dinamizar ecosistemas de trabajo en red, que alcancen a las diferentes partes interesadas del sector público, privado, social y de la academia, pues todos pueden producir conocimiento, soluciones y resultados de valor público. En el ámbito de las administraciones públicas conviene crear ambientes de trabajo, basados en liderazgos que estimulen el potencial y el desempeño de los servidores públicos. Igualmente, señalan las recomendaciones del Simposio, que los desafíen a pensar de forma creativa, a asumir riesgos, a proponer nuevas ideas, a cocrear y a implementar soluciones nuevas o mejoradas. Igualmente, proponen crear laboratorios de innovación experimentales de innovación, con los que cuentan ya numerosos países iberoamericanos, donde nuevas soluciones puedan ser testadas en ambientes específicos y controlados.

La innovación, aliada a la tecnología de la cuarta revolución industrial, puede facilitar el trabajo de las administraciones públicas o generar confusión y malestar entre los ciudadanos por prestación sofisticada e inaccesible de los servicios públicos. Es necesario traducir la innovación para que el acceso a los servicios sea más fácil para los ciudadanos. De lo contrario, continuaremos como señalaba Maquiavelo, con el defecto habitual del hombre: no prever la tormenta cuando hace buen tiempo.

Artículo publicado en El Nacional.