Los resultados de las numerosas consultorías en muchos países de este continente, desde los años setenta del siglo pasado, atestiguan que Oscar Oszlak viene señalando las dificultades de las administraciones públicas y, en su caso, denunciando comportamientos negativos de los Estados, y proponiendo soluciones razonables, desde su atalaya en la República Argentina. Aunque siempre defendió la existencia del Estado, con suficiente potencia que pueda atender las necesidades de los ciudadanos, parece estar presente en él la preocupación por, en todo caso, un Leviatán encadenado, que permita que las leyes limiten el poder del Estado del que nos habló Hobbes y más recientemente Acemoğlu y Robinson. Es un Estado en el que sus burócratas están sujetos a examen y supervisión. Es poderoso, pero coexiste con una sociedad a la que escucha y que está atenta y dispuesta a implicarse en la política y a cuestionar el poder.
Como buen polemista que es, seguramente matizaría algunas de mis afirmaciones sobre su pensamiento que, por cierto, se haya ineludiblemente ligado a los avatares del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD) donde ha sido Presidente y miembro de su Consejo Científico.
Deformidad y cortoplacismo. Oscar Oszlak que señala que las dos características esenciales de las instituciones de muchos de los países sudamericanos son la deformidad y el cortoplacismo. La deformidad cuya descripción es la actividad de los diversos gobiernos, que van a acumulando proyectos en las instituciones, y, sobre todo, camadas de funcionarios que se añaden a los anteriores, que no desaparecen con el siguiente gobierno. Los organismos no se parecen en absoluto a la idea primigenia de cuando se creó. Sin embargo, siguiendo la máxima de que es difícil hacer desaparecer una institución, probablemente más difícil que crearla, nos encontraremos transcurridos los años con un organismo que quizás haya cambiado el nombre, pero cuya sede, recursos y funcionarios son directamente herederos de los anteriores. Pero un análisis básico de sus objetivos, de sus medios personales y financieros sería generalmente negativo, porque hay una sobredimensión de estructura y medios personales en relación con los objetivos a cumplir. En fin, el organismo no tiene una forma racional o dimensionada para el cumplimiento eficaz de sus fines, sino que es el resultado de sucesivas reestructuraciones, fusiones o supresiones de departamentos.
Y la segunda es el cortoplacismo: las políticas tienen mucho que ver con la idea del presidente y su programa de gobierno correspondiente. En cuatro años, o cinco, dependiendo de los países, es necesario terminar los proyectos. Pero ocurre que algunas obras públicas, la planificación económica, la digitalización del país o tantos otros proyectos no se terminan en tan cortos periodos de tiempo. El siguiente presidente emprende muchas veces proyectos muy distintos o no termina los que comenzó su antecesor, por el mero hecho de que habían sido comenzadas por éste. Cuántas veces hemos presenciado que importantes obras públicas (aeropuertos sin terminar, puertos a medio construir, carreteras varadas e incluso ferrocarriles abandonados después de kilómetros construidos) son consumidos por la vegetación o acumulan polvo y humedad. Nos hace recordar aquello que escribió Carlos Fuentes: qué cosa misteriosa y artificial era vivir en una ciudad para un latinoamericano, qué cosa misteriosa y artificial era una ciudad en un continente devorado por la selva y la pampa.
La conclusión es que es extremadamente difícil ejecutar nada a medio o largo plazo, porque la solidez de las instituciones es escasa, inexistente o simplemente forman parte de lo que Luis F. Aguilar llama instituciones formalistas y discursivas, que completa la descripción de Acemoğlu y Robinson en su peregrinar por las instituciones inexistentes que hacen fracasar a los países.
Los trabajos de Oszlak comprenden decenas de monografías que nos enlazan con los principales temas de la administración pública: servicio civil, estructuras organizativas, dimensión del Estado, gobierno abierto, empresas públicas, gerencia social, etc.
Interesa especialmente poner de manifiesto algunas ideas de relevancia que se imponen dentro de esta producción científica de reconocimiento general y en especial en el ámbito iberoamericano, donde Don Oscar es un referente. Para el CLAD, además de su probada ayuda en más de cuarenta años de colaboración son algunos los aspectos que interesa destacar: el Estado, su dimensión y sus servidores, la lucha contra la desigualdad de las instituciones públicas y, finalmente, el apoyo a todas las políticas de fortalecimiento del Estado y la crítica a las posiciones neoliberales.
La dimensión del Estado y los servidores públicos ha sido una preocupación constante por parte de Oszlak desde sus primeros trabajos en los años setenta del pasado siglo. Mantiene la tesis de que sin una dimensión suficiente del Estado (lo que implica recursos suficientes y extensión territorial que permita su presencia en los confines de los países) no es posible el desarrollo económico y social. La desigualdad por otra parte, se auto constituye en una seña de identidad de los países, pues las políticas sociales tienen alcance escaso fuera de las grandes ciudades y sus círculos de influencia. Finalmente, si las instituciones públicas tienen escasa fortaleza, será muy difícil o imposible alcanzar los territorios o las capas sociales más necesitadas de políticas públicas redistributivas.
El fortalecimiento del Estado aparece así como una necesaria consecuencia del ethos del desarrollo económico y social, en condiciones de igualdad para todos los ciudadanos. Considera que en general la dimensión del Estado es reducida y, en consecuencia, la adopción de políticas neoliberales que minimizan el gasto público son considerables rémoras para el desarrollo económico y social. En fin, políticas expansivas de gasto público, moderadas en función de las coyunturas económicas y los recursos disponibles, parecen más apropiadas, a pesar de generar deuda pública.
Estos escasos temas destacados de la amplísima bibliografía de Oszlak, que se extiende por monografías no sólo de su país, Argentina, sino de otros muchos, así como su participación continua en los congresos del CLAD, hacen de su producción académica y de su contribución al análisis de las situaciones concretas un ejemplo para todos los que en Iberoamérica pensamos que es posible el desarrollo económico y social con reglas de convivencia democráticas pero con Estados dotados de recursos humanos y materiales suficientes.
En este libro, ustedes van a tener la oportunidad, de nuevo, de comprobar la extensión de sus conocimientos y el mensaje de aliento de continuar en la andadura de la construcción de Estados y sociedades más justas, democráticas y solidarias. Buen momento para leer este interesante libro, que nos da fuerza para continuar adelante en el momento en que pareciera que, con esta pandemia, como diría José Manuel Caballero Bonald, un dios abyecto intenta usurparnos el futuro.
Secretario General del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD)
A continuación se muestra un artículo publicado en el Diario La Nacion del Dr. Oszlak, ver aquí.