Economía y Política una relación indisoluble en el siglo XXI


El desafío que encaramos como sociedad es inmenso, en un proceso de globalización imparable, que busca combinar un sentido de equidad y justicia social.


Hoy más que nunca estas ciencias sociales están entrecruzadas e interdependientes más que nunca, sea en el caso de la economía global, regional o la venezolana. Y en el caso de desempeño económico más aún. Pues sí, tres ideas en el caso venezolano se han extraviado desde hace 24 años en el quehacer de nuestros decisores políticos, en materia económica en su vinculación con la política. Por un lado, el nombramiento de individuos inadecuados que no poseen la experticia de la económica política, otra, una inadecuada cosmovisión del manejo económico (la mayoría formados en la escuela marxista-leninista del pensamiento económico) y son nombrados y ubicados finalmente, en cargos donde no conocen la dinámica de los organismos públicos y no tienen visión de estado, sino partidista-ideológica, y entonces se producen los desajustes institucionales, en las políticas públicas formuladas e implantadas, porque la coalición de poder tiene al interno diversos grupos ideológicos, que coexistentes y sirven de muro de contención a una política económica con sentido común y que genere confianza, que son los pilares de cualquier política económica que se desee implementar.

Por otra parte, han dejado una impronta importante no sólo en el pensamiento, en su desarrollo intelectual, en la praxis, en la realidad donde les toca actuar. Hoy estamos en un proceso de reinterpretación de ideas y del cómo actuar en la realidad en la interrelación humana, por los fantásticos cambios en la sociedad postindustrial y en proceso de un nuevo tiempo de cambio tecnológico e industrial y global que está en pleno avance de desarrollo, que tiene como proceso de desarrollo, una economía global que se debate en crisis de las cadenas de valor y suministro, una alta inflación en ciernes, una recesión que podría presentarse y una transformación de reinterpretación de la última fase la globalización de la economía, las finanzas, lo comercial y lo tecnológico, que están más entrejuntas. Estamos pues, en lo que definiría Carlota Pérez, en un intervalo de reacomodo del capitalismo a nivel mundial. Este ese el desafío en estas primeras décadas del siglo XXI, para los decisores políticos en la esfera económica, sean o no economistas.

En el caso particular de Venezuela, ha tenido desde el campo de las ideas hacia el campo de la acción pública que se plasman en políticas públicas de carácter económico-político que dan una satisfactoria combinación del pensar y actuar en forma virtuosa en el pasado tenemos por ejemplo a: Ramón Cárdenas, Alberto Adriani Mazzei, Manuel R. Egaña, José Antonio Mayorbre, Andrés Germán Otero, Luís Enrique Oberto y otros políticos de primer nivel, que reflexionaron sobre ambas esferas del pensamiento en forma profusa sin ser economistas y otros también como Rómulo Betancourt y Rafael Caldera. En el campo de la academia, también tenemos casos en una acertada combinación como es el caso de D. F. Maza Zavala, Asdrúbal Baptista, Ignacio Purroy, Teodoro Petkoff, y en el ejercicio público y político, Freddy Rojas Parra, Luís Matos Azocar, Eglee Iturbe de Blanco, Héctor Hurtado, Haydee Castillo, Maritza Izaguirre entre otros. Todos ellos, han influido en la creación y sistematización de ideas, que, puestas en práctica en funciones de gobierno, le dan a la economía un intensa, compleja, vinculación con el cómo hacer políticas públicas de carácter económico, y en el juego político al seno de una sociedad plural y diversa, en vista desde la perspectiva de las relaciones de poder, interacciones que se producen en una sociedad que construye y estimula la creación de círculos de intelectuales y conocimiento en una interesante lucha, intercambio de construir una sociedad moderna en materia de una estructura económica sólida.

En esta circunstancia, podemos observar a la economía siguiendo la guía que nos diera ese gran maestro de la ciencia política como fue Manuel García-Pelayo, quien define claramente dos tipos de fenómenos políticos, los que son como tal eminentemente políticos y los politizados, para entender la clara relación entre estas dos esferas. En este último caso, tenemos a los políticamente condicionantes, es decir aquellos que no siendo políticos en sí mismos, tienen efectos decisivos sobre la política y los políticamente condicionados que son determinados y condicionados por motivaciones políticas para la implementación de políticas públicas en sus diversas dimensiones cambiarias, fiscales, monetarias comerciales. (aquí juega ampliamente la economía política)

En el caso venezolano se ubican seis períodos decisivos en su devenir económico-político determinantes. Observamos que la economía no es sólo una construcción de una constelación de ideas, sino que ellas son un hecho concreto en el actuar de las relaciones humanas y de poder de la sociedad.

Por un lado, en los años 1958-1974 hubo un manejo sensato, prudente y coordinado de las diferentes variables macroeconómicas y las políticas fiscal, monetaria, cambiaria, estables que dieron un largo período de crecimiento virtuoso del PIB, sin embargo, luego, entre 1974-1983, se produjeron una serie de decisiones que ampliaron el espectro de acción empresarial del estado venezolano, del gasto fiscal, el endeudamiento público descentralizado que tuvo un importante impacto en las finanzas públicas. Aquí reflexionaron venezolanos de la talla de Allan Brewer Carias, Juan Carlos Rey y Mauricio García Araujo, entre otros haciendo serias y concretas observaciones sobre el tipo de políticas públicas implementadas, en materia económica en los años de la Venezuela Ta barato. Recuerdo en la revista Resumen, las clarividentes advertencias de Mauricio García Araújo, sobre el rumbo de la economía venezolana en los años del primer boom petrolero, en el primer período del presidente Pérez, y los efectos perniciosos que se produjeron al seno de la economía venezolana.

El otro ejemplo es el 18 de febrero de 1983, que marca el fin de una época que era imposible mantener y se producen las primeras decisiones que buscan reorientar el gasto fiscal, el debate entre un control de cambio o una devaluación lineal, entre Arturo Sosa y Leopoldo Díaz Bruzual, al seno del gabinete económico del momento y luego traslado al consejo de ministros de la época y fomentar aún más un sector exportador no tradicional, llegamos así a 1989, que produce un verdadero viraje en el tipo de visión intelectual entre la política y la economía, que se va a materializar en un conjunto de políticas y medidas que ignoraron el elemento del timing y acuerdo, negociación política y fue apartado y despreciado por completo, el consenso político, por parte de los economistas de aquel entonces, liderizados por Miguel Rodríguez. Hubo una acción ortodoxa, asumiéndose que los mecanismos del mercado podían corregir las debilidades de un estilo de desarrollo llevado a cabo por el país a lo largo de un extenso tiempo histórico. Aquí se beneficiaron ciertos grupos financieros y lo más grave se puso en juego la gobernabilidad del sistema político.

La siguiente fase es abril de 1996, con el denominado cuerpo de políticas públicas de la Agenda Venezuela, que buscaba mediante un prudente equilibrio entre los mecanismos institucionales de la política y el mercado, llevar a cabo no sólo un sano balance macroeconómico, sino, además, hacer eficiente el sector industrial y potenciar, los sectores donde tenemos ventajas competitivas como son el sector petrolero, de servicios y de esparcimiento (turismo) y de exportaciones no tradicionales. Todo enmarcado en búsqueda de reformas con consenso como en lo laboral y la seguridad social, una política de privatizaciones prudente.

El siguiente período es signado por el más alto boom petrolero en décadas 1 trillón de dólares entre el año 2002 y el año 2014, que se despilfarraron en políticas públicas inadecuadas y atrasadas. El Producto Interno Bruto (PIB) de Venezuela cayó casi 80% en un período desde el 2013 de ocho años, el cual representa el período más largo en recesión que pasó el país, e igualmente sufrió de tres años de hiperinflación en el cual pulverizó los ingresos de los venezolanos. Hoy estamos en una nueva etapa, aparentemente está ultima, donde se trata de implementar una política económica, más pragmática y realista, pero tiene decisores no plenamente convencidos e identificados de sus beneficios y un peso muy fuerte de falta de sentido común y crear confianza, que son los pilares de una sana y prudente política económica. Además, que sigue prevaliendo actores con una cosmovisión marxista-leninista en el gabinete económico, lo que es una pared de contención, para seguir políticas modernas en materia económica.

El desafío que encaramos como sociedad es inmenso, en un proceso de globalización imparable, que busca combinar un sentido de equidad y justicia social. He allí lo fantástico y los intricado de la vinculación de la economía y la política, en los tiempos de hoy. La política consiste en decidir en condiciones en las que no hay una evidencia incontrovertible. La economía se mueve al ritmo de las reglas que diseña la política. Por eso hemos tenido un desempeño tan mediocre en lo económico, en los últimos 24 años. Se requiere una visión económica-política con sentido de propósito y coherente que es lo que adolecemos hoy.

Artículo disponible en El Universal.